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29 Mar 2021
GASTRONOMÍA Y TRADICIONES. La “mona” de Pascua.

La Historia de la “mona”
Durante estas fechas de semana santa es tradicional que el día de Pascua se disfrute de una gastronomía singular, dulce y elaborada principalmente de chocolate. Se trata de la mona de Pascua. Adopta formas muy diversas y cada temporada suele ir relacionada con temas de moda del mismo año o de la época en la que se celebra.
La existencia de la ‘mona‘ entendida como un manjar dulce propio del día de Pascua Florida está documentada al menos desde el siglo XV, aunque se sospecha que se remonta a una época más antigua. Se atribuyen muchos orígenes plausibles a esta costumbre.
Etimológicamente, las pistas nos llevan al árabe antiguo, donde por ‘mûna’ se entendía un tributo de arrendamiento de tierras que se pagaba con tortas, productos agrícolas y huevos duros. De esta lengua habría pasado al latín, donde la ofrenda tomó el nombre de ‘monus’ (‘presente’ u ‘ofrenda’). En latín, sin embargo, existe también la palabra ‘munda’, palabra con que se conocían las cestas adornadas y llenas de objetos, particularmente tortas y pasteles, que los romanos ofrecían a la Diosa Ceres durante el mes de abril.
Según la tradición, durante siglos, ha sido costumbre que los padrinos lo regalen a sus ahijados. La historia de la “mona”, sin embargo, se remonta al antiguo Egipto, donde los amigos y familiares se regalaban huevos decorados para celebrar que había finalizado el invierno y entraba la primavera. Era el momento en que la naturaleza renace y las plantas florecen.
Aunque tenemos evidencias arqueológicas de huevos ofrecidos a los difuntos en tumbas prehistóricas, la tradición de ofrecerlos se remonta, según algunas fuentes, hacia el siglo IV. Estas informaciones nos indican que mucho antes de los cristianos existía un simbolismo en todo el mediterráneo asociado al huevo.
Convertido en emblema de la Pascua, el huevo se fue asociando a la idea de resurrección y al concepto de retorno. Durante la Edad Media la Iglesia reforzó este simbolismo vinculándolo a la resurrección de Cristo, en un intento de neutralizar su carácter pagano. El huevo simboliza la losa que cerraba la tumba de Cristo, que se abrió milagrosamente el domingo de Pascua. Además, en la Edad Media, durante la Cuaresma, no sólo estaba prohibido el consumo de carne sino también de huevos; por lo tanto, al final de la Cuaresma se pintaban y regalaban huevos que ya se podían consumir. Los griegos y los romanos se regalaban huevos para celebrar la primavera. Durante la edad media se utilizaban huevos de tortuga, que se decoraban. Por eso también existe la tradición de pintar huevos con colores vistosos.
Por su parte, en los países anglosajones, la tradición ha evolucionado de manera diferente. Allí proviene de la mitología germánica y que surge a partir de la adoración a “Oestern”, Deedad de la primavera. Es costumbre decorar huevos, llamados “easter eggs”. Actualmente los huevos pintados se esconden en el jardín para que los niños pequeños los busquen y encuentren. También, en este caso, el origen de la tradición es el mismo, ya que se celebra la vuelta de la vida después del frío y la oscuridad del invierno con las pocas horas de luz solar. Vuelve la primavera, con todo su estallido de luz y color.

Hay países en que la tradición de Pascua la marca una figura del folclore que es el “Conejo de Pascua”. Según la tradición luterana era una especie de juez que valoraba el comportamiento de los niños para determinar si merecían juguetes o los huevos de chocolate de colores. Este símbolo del conejo también aparece en celebraciones anglosajonas precristianas y representaba la diosa “Easter”, símbolo de la fertilidad que en el ámbito terrenal se transforma en la figura del conejo. Este símbolo ha servido a ciertos países del norte de Europa para representar la Pascua en la actualidad. Son tradiciones que nos llegan desde muy atrás. En la antigüedad pagana también el huevo se vinculaba a la génesis del mundo y el inicio de cada nuevo ciclo biológico.
Aunque hay algunas variables en las tradiciones, sí que tienen todo un hilo conductor, según las culturas, en el que por un lado da entrada a la primavera y por otro a la finalización del período de ayuno y abstinencia alimentaria de la cuaresma. En casi todos los países se representa con figuras de chocolate. La entrega de la “mona” se hace el Domingo de Resurrección y en los países mediterráneos, al día siguiente, se reunían las familias para degustarla. Aunque el ingrediente protagonista es el chocolate, inicialmente, las primeras “monas” que aparecieron eran trabajadas con masa de harina de pan común que posteriormente derivó en masa de bizcocho y huevos duros y más tarde ya se añadió el chocolate. Precisamente a finales del siglo XIX, estas piezas dulces comenzaron a adquirir la forma de huevo y empezaron aparecer en Francia, principalmente, y al resto de confiterías de Europa ya que entonces ya tenían la maquinaria para moldear el chocolate. Precisamente el Huevo de Fabergé es una joya inspirada en los colores de los huevos de Pascua. Sin embargo, la gran eclosión no fue hasta la Primera Guerra Mundial, que hizo subir mucho el precio del azúcar y los pasteleros se vieron obligados a encontrar otro ingrediente para hacer los Huevos de Pascua.
