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23 Jun 2016
CULTURA y TRADICIONES.- Noche de San Juan, el solsticio de verano.
Típica coca de Sant Joan

La noche de San Juan, una fiesta inalterada desde hace más de quinientos años.
La noche de San Juan es una de las fiestas más antiguas y se ha mantenido inalterable desde la Edad Media. La primera referencia documentada de la fiesta data del siglo XV, pero la verbena ha tenido que superar etapas y circunstancias muy diversas para sobrevivir tantos años.
Hasta el siglo XVIII, esta fiesta popular nocturna era un poco descontrolada, con fuego y pirotecnia, pero coexiste con un ceremonial de las autoridades diurno y jerarquizado. A partir del hundimiento de 1714, se desatan las prohibiciones sobre la celebración popular de la verbena, las hogueras y los petardos. Aun así, los barceloneses la mantuvieron. Y hasta finales del siglo XIX no se definieron del todo los elementos que configuran la fiesta tal como es hoy. Una fiesta que continuamos celebrando en las calles y en las plazas.
De esta tradición, también se destaca el hecho de que todos los intentos institucionales de intervenir en la fiesta –como celebrar verbenas organizadas– han acabado fracasando. Eso ha servido para reforzar todavía más el componente popular y garantizar su mantenimiento. Otro rasgo muy característico de la noche de San Juan es que es una fiesta caótica –con miles de personas en la calle, grandes hogueras, petardos por todas partes–, pero a la vez el comportamiento de la gente es muy civilizado, ya que raramente hay incidentes o disturbios.
A pesar de los intentos constantes desde el siglo XVIII, las autoridades no han podido controlar nunca la fiesta. Después de ver reiteradamente cómo la gente hacía caso omiso de las prohibiciones, estos últimos años se ha optado por regular una fiesta que, a ojos de la Administración, puede ser peligrosa y descontrolada. Pero si la verbena de San Juan tiene un elemento característico es que el descontrol de la noche se recupera perfectamente al día siguiente, en cuanto amanece.
Las hogueras de Sant Joan llegan al 50º aniversario.


La tradicion.- La llama del Canigó
La noche de San Juan es una de las fiestas más antiguas y se ha mantenido inalterable desde la Edad Media. La primera referencia documentada de la fiesta data del siglo XV, pero la verbena ha tenido que superar etapas y circunstancias muy diversas para sobrevivir tantos años.
Hasta el siglo XVIII, esta fiesta popular nocturna era un poco descontrolada, con fuego y pirotecnia, pero coexiste con un ceremonial de las autoridades diurno y jerarquizado. A partir del hundimiento de 1714, se desatan las prohibiciones sobre la celebración popular de la verbena, las hogueras y los petardos. Aun así, los barceloneses la mantuvieron. Y hasta finales del siglo XIX no se definieron del todo los elementos que configuran la fiesta tal como es hoy. Una fiesta que continuamos celebrando en las calles y en las plazas.
De esta tradición, también se destaca el hecho de que todos los intentos institucionales de intervenir en la fiesta –como celebrar verbenas organizadas– han acabado fracasando. Eso ha servido para reforzar todavía más el componente popular y garantizar su mantenimiento. Otro rasgo muy característico de la noche de San Juan es que es una fiesta caótica –con miles de personas en la calle, grandes hogueras, petardos por todas partes–, pero a la vez el comportamiento de la gente es muy civilizado, ya que raramente hay incidentes o disturbios.
A pesar de los intentos constantes desde el siglo XVIII, las autoridades no han podido controlar nunca la fiesta. Después de ver reiteradamente cómo la gente hacía caso omiso de las prohibiciones, estos últimos años se ha optado por regular una fiesta que, a ojos de la Administración, puede ser peligrosa y descontrolada. Pero si la verbena de San Juan tiene un elemento característico es que el descontrol de la noche se recupera perfectamente al día siguiente, en cuanto amanece.
Barcelona recibe la llama del Canigó con una gran fiesta
Ya hace 61 años que el fuego de la llama del Canigó recorre en una sola noche —la noche de San Juan— todos los territorios de habla catalana. Centenares de ciudades y pueblos de los Países Catalanes organizan fiestas para recibirla, y en Barcelona ya hace muchos años que se celebra un acto central en la plaza de Sant Jaume. Hay fuego, música, coca, pirotécnica y los Gigantes de la Ciudad y la Àliga. Después, el fuego nacido en la cima del Canigó sigue su recorrido y sirve para encender la veintena de hogueras que se hacen en la ciudad condal.
La noche de San Juan es una noche mágica en que ocurren prodigios reservados solo a fechas clave y significativas del calendario, como Navidad o Fin de Año. Son aquellas fechas en las que el sentido de inicio, de cambio o de renovación del tiempo es más explícito. Sortilegios, ordalías y fórmulas nos han llegado hasta hoy gracias al espíritu recolector de los folcloristas de finales del XIX y hasta bien entrado el XX.
Ordalías
Una de las prácticas más frecuentes son las relacionadas con el mundo de la pareja y el matrimonio. Cabe decir que, dentro de esta clase de ordalías, la mayoría de las que hay referenciadas están realizadas por mujeres solteras que quieren saber determinados aspectos del futuro esposo: si será rico o pobre, cómo se llama, qué aspecto tiene, etcétera. Y eso se puede saber por medio de todo tipo de procedimientos: leyendo las formas caprichosas que toma una clara de huevo en un vaso de agua para saber el oficio, poniendo tres semillas de haba bajo la cama para descubrir el estado económico o escribiendo el nombre de los pretendientes en un papelito mojado para ver cuál se abre primero. Y si una chica quiere saber el aspecto físico del amante, solo debe colocarse desnuda frente al espejo al punto de la medianoche con dos cirios. Los juegos de luces, sombras y reflejos permitirán vislumbrar el rostro del futuro amado.
Las hierbas
Otros elementos de primer orden de la noche de San Juan son los vegetales. Hierbas, plantas, flores y árboles adquieren propiedades y potencialidades extraordinarias. Algunas recaen en el campo medicinal y de los remedios y otras plenamente en el terreno de la magia. Los vendedores de hierbas medicinales utilizaban como reclamo y garantía de efectividad el hecho de que habían sido recolectadas la noche de San Juan. Parece que esta efectividad tiene un fundamento astronómico, relacionado con las horas de insolación, que durante aquellos días se encuentra en el punto máximo.
Por la noche de San Juan, sobre todo se destacan siete variedades: la verbena, la salvia, la artemisa, la lavanda, el romero, la ruda y el hipérico —conocido también en algunos lugares como hierba de San Juan—. Este último es especialmente efectivo, porque por estas fechas tiene la flor en el momento de máxima concentración de principios activos. Con la flor del hipérico se elabora eloli de cop (aceite de golpe), denominado también aceite de San Juan. También existe la creencia de que por la noche de San Juan las esporas del helecho echan un polvo de oro que solo se puede recoger con un pañuelo blanco.
El agua
Por la noche de San Juan, el agua parece invitarnos a reiniciarnos. Entre las costumbres vinculadas al agua, muchas tienen relación con la salud o con la suerte, como tomar el rocío al despuntar el alba. En las zonas de montaña hay quien se revuelca, desnudo de los pies a la cabeza, en la hierba porque tiene muchas virtudes curadoras y profilácticas. Bañarse es otra costumbre muy extendida: los ríos, los estanques y el mar son lugares concurridos para hacer una inmersión ritual. Antiguamente también se hacían itinerarios para beber agua de fuentes diferentes. Joan Amades explica que en Barcelona era muy popular la fuente de la calle de la Avellana, actualmente desaparecida. También había quien lavaba ropa la noche de San Juan con el convencimiento de que así quedaba protegida de insectos y polillas todo el año.
Fuente.- Cultura Popular- Barcelona.cat
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Panorámica de la montaña del Canigó

